Denominado originalmente Rajavihara ("monasterio real"), el templo sirvió como monasterio budista, llegando a alojar al menos a 12.640 personas. En la actualidad la fama de este templo se debe al hecho de ser uno de los pocos monumentos que todavía no ha sido "rescatado de la selva", pues fue el templo elegido para mostrar el estado en el que se encontraban los templos de Angkor a finales del siglo XIX, cuando fueron descubiertos por los occidentales.A raíz de esta falta de intervención, el lugar ofrece una impactante combinación de ruinas y naturaleza que lo han convertido en una de las principales atracciones turísticas de Camboya.
Durante el siglo XV la zona de Angkor es abandonada, y con ella el templo de Ta Prohm. Durante los siguientes cinco siglos la selva ha ido colonizando progresivamente el templo, en particular mediante dos especies arbóreas dominantes: el ficus gibbosa y el tetrameles nudiflora. Cuando los franceses llegan a Angkor a principios de siglo XIX, deciden respetar el estado de este templo debido a sus extraordinarias cualidades paisajísticas, y también para conservar una muestra del estado inicial de los templos angkorianos en el momento de su descubrimiento. Es de señalar sin embargo que, a pesar de las apariencias, el templo sí ha experimentado diversas labores de mantenimiento: muchos de los árboles que crecían dentro del recinto han sido talados, y varias estructuras que amenazaban derrumbe han sido estabilizadas o apuntaladas, aunque siempre tratando de preservar esa atmósfera de ruina abandonada.
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